Con un caos en sus diálogos.
Con un aire calido, pero lo suficientemente caliente, como para perturbarse y notar su presencia.
Con una mirada entre inquisidora y muy amorosa… como el de una madre.
Con toda la fuerza para pedirme cuentas, de lo que fui e hice.
Pensé que era mi mente que de nuevo estaba jugando conmigo. Quedando de nuevo demente.
Pero No, solo por esta ocasión, No fui DE MENTE.
Fui un de nada, para pasar a un Hola, y terminar en un muchas gracias.